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miércoles, 2 de octubre de 2013

Soy el pellizco para cuando te olvidas de mí.

Quizá algún día entienda por qué a veces intentamos engañarnos. Por qué nos empeñamos en decir lo contrario de lo que sentimos. Por qué intentamos hacer ver a los demás lo ridículo que es algo que en verdad pensamos y halagamos lo que no queremos ni ver. Guardar las apariencias está bien pero llegar al punto en que eso controle tu vida y tus acciones... es la mayor condena no escrita que he conocido. Depender de lo que los demás piensen incluso para elegir tu ropa es tan absurdo como intentar querer a otro por no querer querer a quien en verdad quieres.
Y hablando de torturas y de querer... creo que ya sabéis lo que quiero decir. Todo lo bueno que me ha aportado quererte lo han contrarrestado las lágrimas que me amargaban la tarde sin ni siquiera avisar. Pero si pudiera elegir entre nunca ser querida o serlo para acabar siendo olvidada... me quedo con la segunda aunque me quede sin pellizcos.






Dice mi profesor de filosofía que en tu vida solo existes tú. Los demás solo son figurantes en tu obra de teatro. ¿Desde cuando un figurante ha estado por encima del protagonista?


                                                    (Y entendí que dura mucho más la primavera al borde de tu espalda.)

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Es como si llegaras al mundo con una caja de lápices. Tu caja puede ser de 8 ó de 16, pero lo que importa es lo que haces con los colores que te dan. No debe importar si coloreas fuera o dentro de las líneas. Yo coloreo fuera de la página, que no me limiten.