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martes, 8 de octubre de 2013

90 minutos no puede durar el amor.

Me cuesta preparar café para uno pensando en cuantas cucharadas de azúcar tendría que echarte a ti. A veces pensamos que lo tenemos todo claro pero llega algo o alguien y yo qué sé, que se te va todo a la mierda. Como si un niño estuviera todo un día construyendo un castillo de arena para que una ola se lo llevara por delante. Pensamos que sabemos lo que queremos y pensamos que las cosas van a salir como salen siempre en esa fantasía que nos viene a menudo a la cabeza. Pero resulta que existen las circunstancias, que existen los finales y que los nuevos comienzos nunca van a ser iguales que ningún otro, y con eso no contábamos. Porque yo contaba contigo y con tus manías, que han sido las únicas que he llegado a hacer mías también. Y mírame, aquí, conformándome con las mías, sin las tuyas y sin ti. Sin entender todavía por qué en lo más profundo de mi cabeza sigue habiendo esperanza cuando pensaba que tú te la habías llevado toda el día que te fuiste.





Son mis besos solo tuyos, aunque besen a otros más..
Insistiendo en que me vuelvas a buscar.













                                                                             

Prefiero callarme a confesar que me haces sentir.

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Es como si llegaras al mundo con una caja de lápices. Tu caja puede ser de 8 ó de 16, pero lo que importa es lo que haces con los colores que te dan. No debe importar si coloreas fuera o dentro de las líneas. Yo coloreo fuera de la página, que no me limiten.